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Es más fácil quitarse la sed con agua caliente que intentar que a un niño dejen de gustarle los caramelos. Está en su código de la calle. Sin bolsa de chuches no vas a ningún lado en la infancia. Los caramelos son a la niñez lo que el B1 de inglés a la vida laboral del siglo XXI. Y esto se ve acentuado en épocas de vacaciones escolares como la Navidad o el verano.

El azúcar es el rey indiscutible del tiempo de ocio de los niños en estos periodos del año. Algodón dulce, bombones y caramelos llenan la Navidad. Helados y batidos, el verano. Y otras épocas del año o, incluso, los fines de semana, se levantan como todo un ejército del riesgo para los dientes contra el que no es fácil luchar.

¿Qué sabemos de ese ejército? Veamos.

Todo aquello que contenga azúcar en exceso puede provocar un pH ácido que resulta peligroso para los dientes. Es decir, todos los caramelos son perjudiciales. Pero hay ciertas diferencias entre unos y otros con distintas consecuencias para los dientes. En esencia, una piruleta y un caramelo normal son lo mismo. Sin embargo, la primera produce menos daños al chuparse en lugar de morderse, ya que quedan menos restos entre las piezas que sigan perjudicándolas una vez terminada la golosina. Otro de los factores a tener en cuenta es el tiempo de la ingesta. A mayor exposición, mayor perjuicio. Es recomendable saciar las ganas de dulce de los niños con algo rápido de comer. Por otra parte, los principales caramelos a evitar son los que contengan ácidos cítricos para intensificar el sabor ácido. Los ácidos aceleran la erosión dental y la aparición de caries.

¿Y qué hay de los chicles? Básicamente, los chicles con azúcar tinen el mismo efecto que los caramelos en los dientes. Es muy recomendable tomarlos siempre sin azúcar. Estos no tienen consecuencias dañinas sobre nuestra salud bucar y sí algunas ventajas. Del mismo modo que los ácidos de los caramelos desestablizan el pH de los dientes, los chicles sin azúcar ayudan a reestablecerlo tras la comida gracias a la salivación que se produce. ¡Ojo! Masticar chicles sin azúcar no sustituye en la menor medida al cepillado, no combate ni la caries ni el sarro. Solo ayuda a unas mejores condiciones de salud e higiene en la boca. En los últimos años, con el fin de mejorar los efectos de masticar chicle sin azúcar después de una comida, se ha comenzado a añadir a la goma un componente llamado xilitol, que puede impedir que las bacterias proliferen, en especial la bacteria estreptococo, la cual influye mucho cuando los dientes se dañan.

Por lo tanto, que es inevitable que los más pequeños coman golosinas, sí. Que podemos contribuir a minimizar los daños, también. Al final, desde que somos niños hasta que nos hacemos viejos, nos vamos encontrando placeres con un lado perjudicial. Como en todos ellos, las chucherías son cuestión de conocer, disfrutar y ser responsables.